HISTORIAS DE VOCES

Acuarela : Pepa Armendariz

Algunas de estas historias han sido publicadas con anterioridad en otras plataformas como El Periodico de las Artes Escénicas Artezblai o el blog médico hablandodehomeopatia. En todos ellos he cambiado  nombres y referencias básicas con el objetivo de preservar la identidad de la persona y manteniendo los elementos esenciales.


Artículo publicado  Artezblai columna "Aclárate la Voz" 02/03/ 2012


Texto: Juan Carlos Garaizabal  


La fisura de Andoni. Una empresa. Consultoría. ¿De qué? Da igual. Todas parecen cortadas por el mismo diseño cultural "made in U.S.A." Optimación de recursos, terminología anglosajona, tecnología avanzada, eficacia, prontitud. Formas dinámicas en la interacción, juveniles, sonrisas, voces de vitalidad de plástico. Competitividad, gestión de carrera, zancadillas, exigencia, presión, y una fisura. Una fisura en la piel de neopreno de un empleado por donde se cuela la mirada controladora de un superior. Mirada que como un virus se filtra en el sistema y el cuerpo emocional del empleado se revela vulnerable, humano. La presión es alta, la juventud y el entusiasmo verdadero propio de la edad lucha a duras penas por mantener la imagen corporativa de interacción impuesta como un implante dental de última generación. Primeros síntomas; el terremoto interior provocado por la presión y el juicio de la mirada hace tambalear el discurso verbal, la voz en mecanismo mixto que está programada para transmitir vitalidad, dinamismo, alegría y facilidad, se sostiene a duras penas haciendo difíciles equilibrios sobre las puntas de los pies, el habla comienza desde un bloqueo respiratorio, y el empleado mete todo cuanto tiene por ceñirse al prototipo diseñado en el laboratorio de ventas. La respiración se hace más difícil, la voz no sale, el empleado aumenta la presión sobre sus músculos de la garganta y el estómago, opción equivocada, luz roja, el atasco aumenta. La exposición se ve altamente perjudicada, la trasmisión del discurso verbal y la imagen corporativa que los empleados deben transmitir se ve claramente disminuida. Consecuencia, la venta se puede ver perjudicada. Traducción: riesgo de pérdida de cliente. Incidencia grave. Muy grave. Hay otros muchos lobos por detrás queriendo ocupar las maravillosas ventajas de su puesto. ¡Qué magnifico ser parte integrante de ese equipo profesional ultra-última generación! Pero, la voz y el habla delatan que algo no va bien.

El empleado en cuestión piensa que algo en él no va bien. Casi solo le falta decir que no funciona bien, siguiendo con el lenguaje operativo. Tristemente terrorífico. No aparece ningún rastro en su pensamiento que de indicios de qué quizás aquello que no va bien o lo que pudiera estar equivocado de base tenga ver directamente, más bien, con el origen de esa imagen prediseñada en el laboratorio mental de una cultura que ve a las personas como máquinas de ejecución y funcionalidad y no como personas. No, el fallo debe estar en él, que es quien no llega a adaptarse a ese traje maravilloso. Debe haber algo en el control del habla, en el control de la voz. Y, en parte, el empleado tiene razón. La fisura le muestra que hay algo no sólido, no construido que delata los esfuerzos infrahumanos para llegar a aquello que otros parecen exigir que uno sea, y si no lo eres, haz como si lo fueras y dame la imagen. En esta ocasión, es la empresa made in U.S.A. Y lo que no va bien, es ese intento de afiliación al prototipo. La fisura no es el problema. La fisura es la puerta a una forma de vivir más acorde consigo mismo.

En ese tipo de sobre esfuerzo el organismo sufre hasta la extenuación, el cuerpo emocional se coloca bajo niveles de tensión nocivos, la persona pierde su centro y en casos más graves su ser desaparece en las profundidades enterradas del olvido. De lo que nuestro voluntariosamente ilusionado empleado se duele, su voz y su habla, no son más que una fisura que deja ver la punta de un iceberg personal y de un iceberg cultural y social. La construcción personal a partir de una imagen impuesta tiene las piernas cortas, no llega muy lejos y con la primera ventisca se caerá por los suelos.

NOTA: Por favor, no comparta este artículo por mail  o en internet sin un enlace a su fuente. Gracias





Artículo "Homeopatía y Voz"

 https://www.hablandodehomeopatia.com/?s=homeopat%C3%ADa+y+voz 


Texto: Juan Carlos Garaizabal 

María, 30 años, trabajaba como representante musical. Su profesión le llevaba a trasnochar frecuentemente lo que le disgustaba porque sí que acusaba el cansancio físico. 

Fumadora con una alimentación desequilibrada, refería un problema de voz descrito como fatiga vocal. Una sensación que por un lado la entristecía y que por el otro generaba una actitud reactiva de enfado y la llevaba a forzarse aún más vocalmente en el desarrollo de su actividad profesional que ya, por sí misma, le causaba un nivel de estrés nervioso alto. Recientemente había recibido una propuesta en firme para ser vocalista de un grupo pop y albergaba la ilusión de desarrollar su propia carrera musical, pero su voz no le acompañaba.  

Físicamente delgada, no presenta alteraciones posturales importantes en estático, pero sí patrones de esfuerzo en las dinámicas expresivas y un modo ansioso de comunicarse que se expresa en una tendencia a empujar el cuello hacia adelante cuando quiere emitir, a tensar la mandíbula inferior y brusquedad en la pronunciación de las consonantes.  Estaba por ver si el patrón físico expresivo durante la emisión era la causa de la fatiga vocal o la respuesta somática creada para sobrellevar esa dificultad. En todo caso, era la pescadilla que se mordía la cola. 

El examen con laringoscopia indirecta (el espejito ) dio un diagnóstico de nódulos en ambos pliegues vocales. Es decir, María en cada pliegue vocal (comúnmente mal llamado cuerda vocal)   tenía una inflamación benigna blanda debido a un uso forzado de la voz. Sin embargo, a simple oído el sonido de su voz estaba demasiado alterado como para tratarse solo de unos nódulos. Sonaba como cuando se sintoniza mal una emisora de radio; a veces bitonal, otras rasgada, soplada y, por momentos, sin sonido durante el habla. 

Acepté trabajar con ella a condición de que yo dirigiera un proceso que requería la participación de más profesionales y aceptó. Para comenzar le pedí que acudiese a otro especialista médico otorrino para una exploración con cámara rígida. El resultado fue la localización de una serie de quistes en ambos pliegues vocales, tanto glóticos  (en el borde libre del pliegue vocal) como subglóticos  (en la cara oculta del pliegue que se enfoca hacia el interior del tubo laríngeo), estos últimos imposibles de ver a no ser que se utilice una exploración con cámara rígida. Eran unas masas firmes de tejido dentro de la membrana del pliegue vocal que viene como resultado de la acumulación de moco  consecuencia de un abuso de la voz en un estado de laringitis o resfriado fuerte.  

En su historial médico María relata que hacía dos años le habían localizado unos quistes ováricos pequeños que fueron retirados con operación. Esta información hizo pensar que  algo a nivel de terreno endocrinológico podría no estar equilibrado y que pudiera estar  favoreciendo la aparición de quistes en pliegues vocales más allá del estilo de vida, el estrés y los patrones de esfuerzo vocal. La relación entre sistema endocrino y la voz es íntima. 

Le propuse que visitara a un médico homeópata de mi confianza para, en primer lugar, tener una comprensión   a nivel de terreno del organismo de qué es lo que estaba favoreciendo la aparición de los quistes y poder responder a esa tendencia desde lo puramente biológico.  Podríamos haber decidido abordar la situación desde una intervención exclusivamente logopédica, lo que tendría su valor terapéutico, pero dejaría expuesta a María a que esos quistes volvieran a aparecer en cualquier otro momento. Además del tratamiento dirigido a regular el desequilibrio endocrino, desde la homeopatía se le ayudó a regular el nivel de estrés y  se favoreció  la recuperación tras las intervenciones quirúrgicas. 

El  proceso  vocal consistió en  aislar los patrones de esfuerzo somático, presentando  al sistema nervioso otras  alternativas   de emisión más saludable, placenteras y eficaces. Expresado en otro modo, proporcionar al organismo la experiencia de que “ es posible estar en el mundo y relacionarse con uno mismo y con los otros desde otro lugar “. Este proceso lo fuimos intercalando con las intervenciones quirúrgicas dirigidas a quitar los quistes de la siguiente manera: Entrenamiento vocal - cirugía primer pliegue - descanso, entrenamiento vocal - cirugía segundo pliegue - descanso  y entrenamiento vocal.  Una vez finalizado este proceso le propuse que continuara su entrenamiento vocal en canto moderno con otro profesional más cercano a su lugar de residencia. 

El abordaje de la problemática de María fue global, incluyendo la visión  psico-somático de la expresión vocal, el tratamiento homeopático, las intervenciones quirúrgicas y unas directrices básicas en relación a la higiene vocal y la alimentación. 

 

Jon, 58 años, profesor en educación secundaria. 

Llega  con un recorrido de tres intervenciones quirúrgicas para extirpar un tumor  maligno ( carcinoma epidermoide) en los dos  tercios anteriores de la lengua,  bordes laterales, la cara dorsal y la cara ventral. No voy a entrar el historial clínico de Jon, aunque encontramos que en su pasado fue fumador intenso durante más tres décadas y consumidor habitual de vino y cerveza, sin llegar a constituir una patología de alcoholismo aunque esta información nos podría dar indicios de  su estructura de carácter y patrones comportamentales. 

Jon se define a si mismo como una persona que ha vivido siempre a la sombra de los otros, ejerciendo una represión sobre sus emociones y dando vida  a un  rol de servicio en la relación con el otro.  Dice  no tener vida propia y al mismo tiempo ser  escurridizo en las relaciones, no dejarse ver. 

Como consecuencia de las intervenciones el tamaño de la lengua había disminuido lo que alteraba profundamente su pronunciación y mermaba la claridad del habla, no así tanto su voz que sí que estaba mermada, pero por otras causas colaterales. Una, por el sentimiento de vergüenza que se había ido construyendo por cómo sonaba su habla , y también por el  estado de angustia generado por el “ miedo a volver a enfrentarme al alumnado ” . Las fantasías de ser objeto de burlas por las consecuencias que las operaciones habían tenido en la producción de la palabra eran origen de un terror que tenía fuertes repercusiones a nivel vocal, psíquico e, incluso, físico.  Un miedo tan intenso como el miedo a la evolución que pudiera tomar el tumor.  

De telón de fondo, el trauma que las necesarias intervenciones quirúrgicas habían generado, se hacía presente a modo de contracción muscular e inhibición expresiva. Necesitaba encontrar una salida pero tenía un miedo atroz a mover cualquier cosa que pudiera:“provocar al tumor” ( palabras textuales) y que tuvieran que volver a someterle a otra intervención. 

Durante el tiempo que estuvimos trabajando juntos tuvo que someterse de nuevo a otra operación para extirpar otra sección de la lengua. Su fantasía parecía convertirse en realidad. Hubo que elaborar desde el análisis verbal esta situación para recolocarla y que no se convirtiera en un impedimento congelante, paralizante. 

Paralelamente a estas vivencias Jon tenía abierto otro frente: estaba en pleno proceso de presentación de recurso contra los fallos de la administración que le denegaba la incapacidad laboral,  con la consiguiente vivencia de impotencia e injusticia. Todo esto no hacía más que aumentar la tensión corporal en un modo de contracción hacia el centro del abdomen.

Sentí que podía acompañarle y accedimos a trabajar juntos bajo unas premisas: Frecuencia de sesiones quincenal,  para que el organismo tuviera tiempo de asentar la experiencia tras la sesión y que la  duración de las sesiones sería de hora y media, de modo que tuviéramos   tiempo para realizar un recorrido desde lo corporal a lo vocal , sin prisa.  

El enfoque corporal fue dirigido a aliviar el exceso de carga biológica encapsulada en su sistema fascial y muscular para  facilitar la relajación de la musculatura abdominal y favorecer así una verticalidad más idónea y una respiración más libre. La des-contracción de la fascia anterior profunda que involucra directamente al diafragma, órganos de deglución, músculos esternocleidomastoideo y masetero,  involucrados en la producción de la voz y el habla y en las reacciones de lucha y huida activadas por las continuas vivencias de alarma interna, tiene un importante  efecto ansiolítico al liberar el exceso de carga nerviosa acumulada. 

Desde ese estado biológico más regulado , el trabajo fue dar pautas de exploración del movimiento de los distintos órganos involucrados en el habla y en la producción de la voz, para después, desde un ambiente lúdico , explorar lo hallado en un contexto de interacción  buscando la intensidad y las sensaciones de satisfacción expresivas, independientemente de lo expresado.  El objetivo era recuperar sonido en la pronunciación de los fonemas , estimular una sensación de  seguridad interna y asentar  su identidad vocal.  

¿Qué papel jugó la homeopatía en este proceso? Anteriormente a conocernos, Jon visitaba una médico homeópata de su ciudad quien le estaba  pautando un tratamiento para ayudarlo  a transitar por todo esta situación médica y profesional. En algunas de las sesiones Jon mismo me contaba los aspectos que le quería comentar a su médico homeópata para darles una respuesta desde la homeopatía, aspecto que yo apoyaba conocedor como soy de la eficacia de la homeopatía. Además, todo ello nos servía para favorecer el sentimiento de autoridad sobre su vida y sus decisiones.  

Jon ganó elasticidad en la musculatura en general y en concreto en el movimiento de los órganos del habla, sentía también la presencia de su voz y, sobre todo y más importante , sentía que su palabra y su voz no eran motivo de vergüenza sino de placer. Se gustaba así mismo cuando se escuchaba. 

Al final de todo el proceso administrativo Jon no consiguió el proceso de incapacitación laboral.

 

Nerea, 32 años, diseñadora. Nacida en el ámbito de una familia clase media alta con un nivel cultural e intelectual reseñables. Viene aquejada de una disfonía persistente. Diagnóstico: nódulos en ambos pliegues vocales. 

Nerea era muy consciente de que aquello que le pasaba con su voz tenía raíces en algo que iba más allá de un simple mal uso de “su aparato vocal “. De hecho, siempre se recordaba a sí misma con ronqueras. Había un sentimiento importante de rechazo a su voz, hacia la vivencia que tenía de su voz, hacia su imagen vocal, junto a un sentimiento de frustración y tristeza. 

Al escucharla hablar, lo más llamativo era el manejo del aire en la respiración. Literalmente se desfondaba en la interacción con el otro, se agotaba al hablar. Su respiración era superficial y expulsaba el aire presionando el esternón hacia dentro. Esa dinámica de esfuerzo en el manejo de la espiración provocaba ansiedad y mal humor por el agotamiento además de impotencia.  

El manejo del aire en la espiración tenía otro perfil; soplaba el aire hacia el otro haciendo sentir una intención velada de alejarlo de ella. Esta forma de manejar el aire en la espiración agota los pliegues vocales, los reseca y genera unas pautas de sobreesfuerzo que derivan fácilmente en patologías funcionales como los nódulos, que, a su vez, crean un sobrepeso en los pliegues dando la sensación a la persona de dificultad permanente llevándola a bombear más aire. Otra pescadilla que se muerde la cola. 

En resumen, la vivencia de la interacción con el otro era sinónimo de agotamiento. El placer, la diversión, la facilidad no habían formado nunca parte de una vivencia de sí misma asociada a su voz. Todo esto convivía con un prejuicio y una idea errónea de lo que sería: “hablar  bien”. 

Su vida social era activa y fumar y beber formaba parte de ella. Lo hacía para “hacer algo mientras estoy con la gente, es que no sé qué hacer, me pone nerviosa”

Nerea consultaba periódicamente un médico homeópata para abordar diferentes situaciones. Sugerí una intervención con medicamentos homeopáticos que favoreciera, desde el terreno biológico, un estado de tranquilidad y que prepararse a los tejidos para una más rápida recuperación de las intervenciones quirúrgicas. 

El entrenamiento vocal antes, entre y después de las intervenciones fue dirigido a adquirir modos de emisión vocal más saludables. 

Con Nerea el factor del vínculo y lo que se vive dentro del vínculo fue quizás más determinante que en otros casos para acercarnos a otros modos de estar en relación.  El juego en la interacción vocal fue fundamental para construir a una experiencia vocal de sí misma positiva. Así fuimos construyendo una vivencia vocal estimulada de forma deliberada por el "dejarme ser en el juego vocal y en la creatividad vocal", siempre dentro de unos límites vocales asumibles. Carl Rogers decía: “solamente mostrándome tal y cómo soy puedo lograr que la otra persona busque con éxito su propia autenticidad”

Otro factor importante fue la construcción de  unas pautas de  auto-regulación a diferentes niveles. Uno, la gestión del aire en la espiración desde la percepción de la capacidad de la musculatura de crear contención y ayudar a tener la experiencia somática de que interaccionar vocalmente no es igual a desfondarse. Dos, que se permitiera parar la emisión de acuerdo con cómo se sintiese, más allá de las indicaciones dadas por mí, incluso llevando a acortar la duración de la sesión cuando eso era lo idóneo debido a circunstancias puntuales.  Tres, dar espacio a su rechazo hacia el sonido, a su divertimento, a su sorpresa, es decir, dar espacio a que verbalizara todo lo que le pasara por dentro en relación a lo que sonaba en las voces. Cuatro, permitirla decirme "no". Y quinto, no tenía que hacerlo bien ni sonar bien, sobre todo no tenía que complacerme con su sonido.  

Fueron de gran ayuda los feedbacks positivos hacia su voz y su forma de expresarse vocalmente que recibió en diferentes ocasiones tanto del entorno profesional como familiar y amigos. 

El papel de la intervención homeopática, una vez más, fue ayudar al organismo a crear un terreno biológico óptimo y un estado a nivel de sistema nervioso que permitiesen que una nueva voz emergiese en Nerea. 


NOTA: Por favor, no comparta este artículo por mail  o en internet sin un enlace a su fuente. Gracias





T.R.E. y el impacto vocal en las relaciones interpersonales

Texto: Juan Carlos Garaizabal 

Amagoia, 28 años. La tercera, única chica, de cuatro hermanos. Crecida en un pueblo del interior de la provincia. Lengua materna el euskera. En el momento de la consulta convivía con su pareja desde hacía 4 años. Comadrona sin plaza fija iba enlazando sustituciones en los diferentes hospitales públicos de la provincia. 

           El motivo de consulta se centraba en que, con frecuencia, acaba envuelta en situaciones conflictivas con compañeros de trabajo sin saber muy bien como había llegado hasta ahí.    Amagoia, era consciente de que a menudo cuestionaba las decisiones tomadas por los médicos ginecólogos que asistían el parto, fundamentalmente hombres. Decisiones, como, por ejemplo, la posición de la mujer sobre la camilla para parir, la aplicación de epidurales o la práctica de cesáreas sin ser necesarias. Estas decisiones tenían la finalidad de priorizar la comodidad de los propios médicos en detrimento de la mujer y el bebé. “Agilizar el trabajo e irse a casa para ver el partido de futbol”.  Las disensiones con los médicos no eran la única fuente de tensión. A veces, las discrepancias con las enfermeras jefes encargadas de la organización de turnos eran fuente de frustración, tristeza y la vivencia persistente de no ser entendida. Pero había un elemento más que pertenecía a su modo de expresión e interacción del cual no era en absoluto consciente.  “Es que cuando hablo y digo lo que pienso, no sé porque la gente me responde tan agresiva”.  Recuerdo con claridad su mandíbula inferior en ese momento llena de tensión proyectándose hacia mí que parecía estar a punto de lanzarme una dentellada. Veía una persona que sufría, una persona que se entristecía porque no comprendía qué es lo que pasaba para recibir las respuestas que recibía; veía una persona desconectada de su cuerpo, de su voz; veía una persona inconsciente del impacto que su modo expresivo vocal tenía en el otro, una persona que no podía hacer una conexión entre causa y efecto.  

          Amagoia era alta, delgada, piernas de aspecto frágil, caderas anchas con la pelvis girada hacia delante, los hombros encorvados hacia delante, mirada que parecía no tener quietud, mandíbula inferior prominente, fuerte actividad mental. Padecía bruxismo y episodios de jaqueca. Su forma de hablar estaba plagada de frases cortas, la voz salía como a golpes, tono central grave con resonancias principalmente faciales, no abría mucho la boca para hablar, a veces sugería un ladrido de protesta encerrada. Este último elemento podría estar relacionado con las sonoridades del idioma materno. Era de tener en cuenta el condicionante social con raíces históricas, por el cual, la expresión de autoafirmación se apoyaba más en una actitud de oposición fuerte que de diálogo asertivo tranquilo. 

         Desde la perspectiva del T.R.E. Amagoia presentaba una cadena miofascial anterior profunda completamente comprometida con el grupo muscular psoas en contracción. En general, con el sistema nervioso autónomo simpático en continua activación ella se mantenía fijada en una posición de alerta defensivo-agresiva preparada para la lucha. De hecho, cuando hablaba de su relación sentimental, gran parte de los motivos de conflicto tenían que ver por la actitud de pasividad de su pareja frente a aspectos cotidianos de la vida en común. Una actitud que la hacía sentir sola. Había en ella siempre un aire de estar buscando sentirse defendida. 

           El enfoque de las sesiones fue una combinación de ejercicios T.R.E.  con propuestas de exploración somático-vocales que creasen las condiciones para ella pudiera tener otras sensaciones vocales y de pronunciación, es decir de sí misma. La secuencia de ejercicios T.R.E. era importante que fuese explorada desde la calma y la gentileza hacia sí misma. El temblor neurogénico tenía que ayudarnos a poner a Amagoia en contacto con su sistema vagal ventral, a generar una sensación biológica de seguridad y suavizar el tono muscular en su expresión facial. Y así fue.  Por mi parte se necesitaba una presencia de escucha activa que la acompañase, la contuviese y que le hiciera de espejo. Una prosodia intencional que me mantuviera a mí mismo, en primer lugar, en un estado de auto-regulación. Busqué también, la repetición de los procedimientos desde la gentileza, y de las intervenciones verbales que le facilitaran el percibirse y crear dentro de sí misma un ambiente interno seguro y calmado desde el que, si lo necesitaba, poder hablar conmigo. 

         El temblor neurogénico puede suavizar y llegar a disolver las tensiones musculares internas a nivel de arco plantar, suelo pélvico, musculatura paravertebral, torácica, de garganta, mandíbulas, base de cráneo, todas ellas áreas fundamentales en  la producción de la voz; estimula la escucha interna abriéndonos, así, el camino para sentir al otro; favorece la percepción sutil de los espacios y las conexiones internas, por lo tanto,  la construcción de un esquema corporal interno;  devuelve la vitalidad y facilita la vivencia de ductilidad en el movimiento interno con  un reflejo directo en nuestra voz y en la capacidad de adaptación al entorno relacional inmediato; es decir  nos ayuda a percibir y accionar desde un control voluntario las partes de nuestro cuerpo que intervienen en la emisión de la voz y la producción de la palabra. Nos ayuda a regular como nos acercamos al otro con la voz y la pronunciación. 

              Las tensiones crónicas construidas a lo largo de la vida configuran nuestro cuerpo, los ambientes sonoros en los que hemos crecido y los modos de relación interpersonal heredados modelan nuestro modo de pronunciar y dar nuestra voz, el modo en el que la movemos, sus cadencias, sus cambios de tono, de volumen, intensidad, tempo, ritmo. Hay quien suena como puñetazos, hay quien suena como caricias, hay quien suena con ligereza, hay quien suena con peso, etc.. Y hay quien suena como si estuviese en un baile entre su interior y el mundo que le rodea. 

 

NOTA: Por favor, no comparta este artículo por mail  o en internet sin un enlace a su fuente. Gracias


Acuarela : Pepa Armendariz


BLANCA,  la necesidad y el miedo a sentirse en su voz, en su cuerpo, así misma.

Texto: Juan Carlos Garaizabal 



Primera sesión 5/10 /2022

 

Blanca tiene 57 años. 

 

 

Antecedentes

 

           Realiza todo tipo de trabajos. No tiene una profesión concreta. Tiene un hijo de 33 años y otro de 9 años. No tiene pareja. Tiene una Incapacidad permanente total por la que recibe una pensión. Se ocupa de su hijo pequeño y estudia inglés. 

 

           Hace ya 27 años participó en un curso fin de semana VMT. Sentía que quería profundizar, pero tenía miedo y no se atrevía, sentía que podía ser demasiado fuerte para ella.

 

         El verano del 2022, durante un proceso de trabajo personal en un retiro tuvo un problema con su voz; cuando subía la intensidad de su voz le venía un caudal emocional que no podía gestionar. Exploramos verbalmente su vivencia de la intensidad. Extraigo frases literales de lo    que me cuenta “Bajo es que no se me perciba como persona no como me siento. Bajo de intensidad, es como si no hubiera energía, fuerza para sacar hacia fuera. De niña lo vivía todo como una agresión. Mi padre alzaba la voz, muy alta venía de madrugada gritando. A mí me parece desconocida mi voz, no me escucho a mí y quizás no escucho a los demás” “Tengo muchas emociones no expresadas, y eso tiene que afectar a mi voz. Es como si no tuviera mi propia voz, esta voz no es la mía” En un momento del trabajo ella dice” No estoy en mi voz. No me siento en mi cuerpo. Siempre he huido al mundo de las ideas” Actualmente no mantiene relación ni con sus hermanos españoles, ni con los hijos franceses del segundo matrimonio de la madre ni con la familia de origen de la madre. 

 

Motivo de consulta“Necesito sentirme y no asustarme de la intensidad de mis emociones” 

 

La historia de Blanca.

              La madre de Blanca abandonó al marido llevándose a los dos hijos mayores dejando a Blanca, de dos años, con el padre alcohólico. Fue vivir con los abuelos paternos, el abuelo paterno casado en segundas nupcias. La relación con la abuela no fue otra experiencia de rechazo y con episodios violentos a nivel emocional y físico excepto en los últimos meses de vida de la abuela en la que se dio un acercamiento afectivo. Unos abuelos que rechazaban cualquier tipo de expresión ni que hablar en voz alta, ni que expresara sus emociones. Finalmente, blanca solicitó ir a un internado, pero no lo consiguió. Al mismo tiempo, Blanca desde los diez años se vio expuesta a abusos por parte de dos tíos que nunca llegaron a la penetración, pero si le creaban situaciones en un ambiente confusional que parecía un juego que la llenaban de mucha angustia. En los últimos años de vida del padre consiguió tener una relación más positiva.  

 

             A nivel de relaciones sentimentales, el padre de su primer hijo, con quien no se casó, le llegó a propinar palizas.  Fue ingresada a la fuerza por su marido en un psiquiátrico.  Los ingresos se repitieron. Pasó por diferentes hospitales psiquiátricos. Relata situaciones dantescas. Y relacionado con su demanda nos encontramos que su auto expresión podía ser un peligro, ya que una vez que había entrado en el psiquiátrico perdía toda credibilidad, y su intensidad expresiva y la autoridad sobre sí misma podía ser leída y abordada como un rasgo o consecuencia de su trastorno.  Diagnósticos que iban variando según qué centro psiquiátrico visitara, esquizofrenia, trastorno bipolar, hipersensibilidad emocional, expresarse era peligroso, y los otros eran peligrosos.   Finalmente aprendió a pasar desapercibida para que le dieran la alta clínica. Así y todo, estudió auxiliar de clínica y quiso trabajar en psiquiátricos, desoyendo a los médicos, porque ella sentía que comprendían el sufrimiento y la soledad tan inmensa en las que vivían estas personas, que no eran más que unos niños crecidos en edad que no habían podido adaptarse de otro modo al mundo. Se sentía segura con ellos. Es interesante señalar, que Blanca percibía el riesgo ya que entre los internados había un psicópata acusado de asesinato del cual se mantenía alejada. Su forma de estar con los pacientes fue motivo de fuertes conflictos con las autoridades médicas y finalmente dejó de trabajar en ellos. Actualmente tiene una Incapacidad permanente total por la que recibe una pensión. Se ocupa de su hijo pequeño y estudia inglés. 

 

 

Proceso de trabajo

 

                 Las dos primeras sesiones decido que sean para explorar y sentir si puedo acompañarla o no y ver, también como hacerlo.  ¿Cómo ayudarla desde VMT? Y, cuando me refiero a VMT, ¿no me refiero solamente a las técnicas de VMT sino a la esencia de VMT?  Es decir, ¿Cómo puedo ayudarla a sentirse en su voz? ¿A volver a su cuerpo y recuperarse así misma? ¿A tener experiencias de seguridad dentro de su cuerpo y en el contexto de una relación y desde ahí expresare al mundo través de su voz? ¿Cómo puedo ayudarla a tener experiencias de auto regulación que la ayuden a acercarse a sí misma en un modo seguro? 

 

 

               ¿Qué diagnostico hago yo de Blanca? Observo que Blanca presenta claros signos de disociación, se aleja de su cuerpo (le desborda lo que siente, es peligroso) “me voy al mundo de las ideas”. Se siente más segura en la esfera de lo inmaterial, lo energético. Al mismo tiempo, una vivencia prácticamente total de vínculos afectivos inseguros (el otro puede ser peligroso, necesitar al otro puede ser peligroso, desconfía); y una enorme necesidad de conquistarse y ser dueña y señora de sí misma “Tomar contacto con el cuerpo y estar ahí, lo odio, me agobia. No quiero saber nada”; y te hace sentir que   necesita ayuda en un entorno seguro donde ella sea tenida en cuenta. Para ella es más seguro disociarse, irse a lo mental. Actualmente no toma medicación. Decido no ponerla una etiqueta. 

 

 

             Observo que tiene una gran necesidad de contarse a sí misma; respirar es difícil, aumentar la intensidad de la respiración lo es aún más, le desborda el llanto; la alternancia de llanto de tristeza y rabia es obvia. Establecemos entre ambos, una periodicidad de una sesión cada quince días. Hay una atención esforzada por parte de ella a tener en cuenta los elementos de mantener una estructura a nivel económico y a nivel de calendario. Y también es importante esta periodicidad en cuanto a dosificación en el acercamiento a sí misma y al otro. 

 

            Siento que es necesario trabajar en zona segura, es decir, trabajar en ese espacio donde la voz y la palabra se encuentran, ese espacio donde la emoción y la cognición se encuentran, ese espacio donde el cuerpo y el neocórtex se encuentran, la pronunciación. La pronunciación, un espacio donde lo mental y lo físico se encuentran ¿Por qué textos y no solo voz? Porque siguiendo sus propias palabras, ella es más mental que física, y el enfoque del trabajo va a ser ir desde la zona segura, el lenguaje a los espacios desconocidos, su cuerpo su voz. En este sentido le señalo que ha tenido dos hijos. Ella se siente muy orgullosa de cómo puedo estar en contacto con todo el proceso de gestación y ser consciente en los partos a pesar de lo intenso del proceso. 

 

           No le planteo que traiga una historia personal escrita ni que elija un texto que tenga una significación especial para ella. No quiero crear una situación que pueda ser emocionalmente desbordante, por lo tanto, negativa y que le genere una inseguridad que potencie aún más su mecanismo de defensa de disociación. Traigo poemas de diferentes poetas y ella elije. Decido utilizar poesía en vez de prosa porque la poesía tiene la cualidad de un ritmo más marcado y la constancia del ritmo es un elemento de contención que puede jugar el rol de seguridad, por su repetición, de apoyo, en definitiva. Y poco a poco vamos llevando la atención al movimiento que hacen la boca, los labios, la lengua, las mandíbulas, el velo del paladar, para pronunciar lo que está escrito. La emoción es inmediata y al mismo tiempo puede estar con ella. Vamos graduando la amplificación (elemento de VMT) jugando con el gesto articulatorio, dando el espacio a que entre exploración y exploración con la poesía me hable de su historia personal. Un segundo elemento de VMT, es ir alargando la duración de las vocales moviéndose de la voz hablada hacia la voz cantada. Vocalmente se mueve entre la voz cantada y la voz de llamada, entre mecanismo ligero (registro de cabeza) y mecanismo pasado (registro de pecho), con un timbre que pasa de clarinete a flauta. A través del timbre de flauta en mecanismo ligero hay belleza, vibración, Blanca conecta con su vulnerabilidad, con su delicadeza (una especie de Julie Andrews) En las notas bajas de su mecanismo pesado en clarinete aparece una Blanca heavy metal que canta con disfonías (Blanca conecta con la rabia y el rechazo en forma de asco).Jugamos con el concepto de opuestos, tercer elemento VMT. Me doy cuenta de que la zona central, la zona media, la zona de su voz en la que habla en lo cotidiano no aparece, por lo que, las propuestas van dirigidas también a integrarlas con relación a estos dos extremos que surgen de forma espontánea en la expresión en cuanto se permite adentrarse en su expresión durante la sesión. En la última sesión, el placer y la diversión empiezan a surgir cuando se siente en su cuerpo y su voz.  

 

             Continuamos sobre esta línea de trabajo, mano con mano, cocreando las sesiones, siguiendo el tempo que ella necesita y con grandes dosis de escucha, para fortalecer el vínculo de confianza y seguridad con el objetivo de que ella pueda encontrar el camino de aterrizar en sí misma sin sentirse aterrorizada. 

 

 NOTA: Por favor, no comparta este artículo por mail  o en internet sin un enlace a su fuente. Gracias 

 

Entradas populares

Imagen

CULTURA VOCAL